EL HOMBRE Y EL ARMA
Según el marxismo-leninismo, el motor del desarrollo de la sociedad humana dividida
en clases, es la lucha de clases, son las masas populares las que siempre hacen la historia.
Por lo tanto al analizar la relación entre el hombre y el arma nuestro Partido afirma que
es el hombre el factor decisivo y critica enérgicamente la teoría burguesa según lo cusí
es el arma lo decisivo.
Tratando de salvarse del peligro de su aniquilamiento, el imperialismo lleva a cabo
con todos sus esfuerzos, la propaganda sobre la "omnipotencia de las armas" y en
realidad utiliza el arma para dominar al hombre, amenazando y reprimiendo al
movimiento revolucionario da los pueblos trabajadores. Para revisar los puntos de vista
fundamentales del marxismo-leninismo sobre la lucha de clases, los revisionistas
contemporáneos se apoyan sobre el arma nuclear. Consideran que, ante el gran poderío
del arma nuclear, los pueblos trabajadores oprimidos y explotados no tienen otro
camino que el de sustituir la lucha de clases por la conciliación de clases. Toman la
llamada "contradicción entre la humanidad y el arma nuclear" para sustituir la
contradicción de clases y no distingan el amigo del enemigo, las guerras justas de las
injustas, los instigadores de guerra de los defensores actives de la paz.
Los marxistas consideran que el arma nuclear tiene una gran potencia, pero no es
más que un instrumento de la lucha de clases y que no la sustituye. El arma nuclear
influye enormemente en la estrategia y táctica militares pero no cambia la estrategia
revolucionarla del proletariado ni le hace confundir acerca de cuáles son sus enemigos y
cuáles sus amigos. Las armas nucleares influyen en el desarrollo de las hostilidades y la
victoria, pero no es el elemento determinante de la victoria y tampoco hacen cambiar la
perspectiva de desarrollo de la sociedad. En la guerra el factor decisivo es y será siempre
el hombre; las masas populares son y seguirán siendo las forjadoras de la historia. El
proletariado y el pueblo trabajador oprimidos y explotados han derribado, en la lucha
de clases, el yugo dominante de la clase explotadora, han conquistado triunfos
consecutivos y continúan venciendo apoyados principalmente en su nivel de conciencia
y espíritu organizativo. De haber escuchado la tesis que considera el arma como factor
decisivo y el poseedor de muchas y buenas armas como seguro vencedor sobre el que
tiene pocas y malas, el proletariado y los pueblos oprimidos se habrían cruzado de
brazos y encaminado por un callejón sin salida y no habrían podido construir, partiendo
con las manos vacías, la obra que actualmente han realizado.
La crítica del punto de vista del revisionismo contemporáneo acerca del hombre y del
arma es necesario, no solamente para defender la pureza del marxismo-leninismo, sino
también para elevar el concepto de la lucha de clases en los cuadros combatientes de
nuestro ejército, levantar la confianza en la perspectiva de la victoria inevitable de la
lucha de nuestro pueblo y comprender perfectamente el punto de vista de nuestro
Partido en constitución de las Fuerzas Armadas Revolucionarias.
La guerra es la continuación de la lucha política mediante las armas.
Toda guerra tiene carácter de clase. La lucha armada de los pueblos oprimidos y explotados es la
lucha contra la clase opresora y explotadora, por la conquista de la independencia
nacional, la democracia y el derecho a vivir del hombre. Así, en la formación de las
fuerzas armadas, a fin de lograr la victoria en la guerra, ¿cómo concebir y resolver el
problema del hombre y del arma?
Partiendo de la afirmación de que las promotoras principales de nuestra revolución
son las masas obreras y campesinas bajo la dirección del Partido de la clase obrera,
nuestro Partido preconizó desde el día de su fundación y en su Programa político,
“fundar un ejército obrero-campesino”. Los hombres de las fuerzas armadas de nuestro
Partido y pueblo no son más que el obrero, el campesino y el pueblo trabajador. Son las
que tienen como objeto de lucha la independencia nacional, la tierra para los que la
trabajan y el servicio hacia el socialismo. Con tan justa causa por objetivo, con el
invencible ideal del marxismo-leninismo, los combatientes y cuadros revolucionarios de
las fuerzas armadas del pueblo vietnamita son persistentes y férreos núcleos unidos que
ninguna violencia podrá quebrantar; por cruel que sea el enemigo, no lo temen; por más
armas modernas que este tenga a su alcance no podrá́ derrotarlos. La historia de la lucha
y el crecimiento durante veinte años de nuestro ejército y su tradición de “resueltos a
combatir y a vencer” demuestran elocuentemente que nuestro ejército ha conseguido
una poderosa fuerza de lucha porque es un ejército obrero-campesino, formado por
elementos destacados del proletariado y campesinado, creados por el pueblo, organizado
y dirigidos por el Partido de la clase obrera.
Así, cuando apreciamos el papel del hombre en la lucha armada y en las fuerzas
armadas, debemos señalar claramente su carácter de clase, es decir, ver cuál es la clase
que lleva a cabo la guerra y la naturaleza de clase de esas fuerzas armadas. Allí reside la ́
diferencia fundamental entre la ciencia militar proletaria y la ciencia militar burguesa.
Los expertos militares burgueses plantean también el argumento sobre el papel
decisivo del hombre en la guerra, pero sólo considera al hombre en general como una
especie de “ser”. Según el concepto marxista el hombre pertenece a una especie de
animal superior, dotado de un instinto elevado en la sociedad, el hombre tiene estrechas
relaciones entre sí, es “un aspecto general de las relaciones sociales”, es “una entidad
social”, el hombre consciente de su interés propio y de clase puede hacer cambiar el
mundo y hacer posible toda obra revolucionaria.
Logrado el punto de vista marxista sobre el papel del hombre vemos
inmediatamente, la perspectiva del ejército y del lado de quien se encuentra la victoria.
Esto refleja el carácter irreversible de la guerra justa dirigida por el proletariado —y su
ejército— representante del modo de producción más progresista de la historia. Refleja
también la derrota inevitable de la guerra injusta llevada a cabo por una clase moribunda
y la degradación inevitable de todos los ejércitos de la clase explotadora. Nuestro Partido
enfrentó firmemente el problema clave, vital, que es la naturaleza proletaria en la
formación del ejército. Así nuestro ejército fue probado en el fuego de la lucha y creció
rápidamente como el “Apóstol Llong”. De hoy en adelante en cuanto a nuestra
observación de la situación del hombre dentro de las fuerzas armadas, debemos sostener
irmemente este problema vital.
Cualquiera que sea el ejército, al analizar sus características, vemos que ellas resultan
de la coordinación entre dos factores fundamentales, cuyas relaciones son inseparables:
el hombre y el arma. Pero el carácter de la relación entre esos dos factores lo decide la
naturaleza de clase del ejército y de la guerra que lleva a cabo. En el ejército de la clase
explotadora, dedicado a realizar guerras injustas, de acuerdo con la contradicción
antagónica existente entre los explotadores, dueños de las armas, y las masas militares
pertenecientes a las clases explotadas, obligadas a ser carne de cañón y a luchar como
mercenarios, la ley de la coordinación entre el hombre y el arma es opuesta, el arma es
la que domina al hombre; también aquí, entre el hombre y el arma, existe una
contradicción antagónica, reflejo del antagonismo de clase entre el hombre explotador
y el explotado, entre los explotadores dueños de las armas y los que las empuñan como
mercenarios. No obstante, cuando el soldado ignorante de sus intereses de clase empuña
el arma para combatir y obtiene victorias, cada victoria obtenida es su propia derrota, ya
que es un trabajador oprimido y explotado. Los intereses de los trabajadores solamente
serán garantizados cuando rechace el uso de las armas para combatir como mercenario,
realice la lucha contra la guerra y vuelva el cañón del fusil para disparar a la cabeza de
los explotadores, poseedores de las armas.
Ese es el camino de lógico desarrollo de los ejércitos de la clase explotadora,
especialmente los del imperialismo, sus títeres y lacayos; porque, de acuerdo a las leyes
de la historia, son las masas explotadas las que vencerán a las clases explotadoras;
porque, el hombre es quien fabrica el material y lo domina y no se deja nunca dominar
por el material. A pesar de que los explotadores realizan todas las maniobras posibles,
desde la acción psicológica, el soborno, la demagogia, la corrupción, el libertinaje, hasta
el apremio brutal —atan con cadenas las piernas del soldado a las ametralladoras para
conseguir en sus tropas la cohesión entre el arma y el hombre— y pese a que logran
algunos éxitos momentáneos, su ejército no podrá escapar de la derrota. Así lo demostró
la realidad del Cuerpo expedicionario francés y de las tropas títeres de Bao Dai en la
pasada guerra en todo el país, como la actual del ejército yanqui en el Sur.
Por el contrario, en el ejército del proletariado, debido a que no existe la contradicción
de clase antagónica, y a que los intereses de clase son unánimes —bases de la cohesión
política y moral—, la ley de la coordinación entre el hombre y el arma es la del dominio
del hombre sobre el arma. En el seno de esta relación entre el hombre y el arma no
existe la contradicción antagónica entre el hombre y el arma sino una relación dialéctica
de mutua influencia en la cual el hombre juega el papel dirigente. Por eso, solamente
aquí se realiza la unidad entre el hombre y el arma de manera completa e integra; el
hombre puede desarrollar su moral y todas sus capacidades a fin de desarrollar hasta el
máximo el poderío de las armas, de mantenerse firme frente a todas las circunstancias
políticas complejas, así como vencer en las más difíciles fases del combate. Eso hace del
ejército proletario un ejército invencible, resuelto a combatir y a vencer.
La cohesión en el ejército proletario entre el hombre y el arma tiene bases de clase,
se mueve y desarrolla a través de las actividades conscientes del hombre. Éste realiza su
papel decisivo en el combate en un todo unido estrechamente con el arma porque, en la particularidad de la forma de acción armada, el arma es el instrumento fundamental del
hombre para convertir la posibilidad de sus fuerzas morales en fuerzas materiales
capaces de destruir al enemigo. Por eso, al apreciar al hombre dentro de las fuerzas
armadas, después de señalar claramente su naturaleza de clase, debe vérsele en su
relación orgánica con el arma y el desarrollo dialéctico de esta relación según el
desarrollo de la revolución, de la lucha de clases en cada momento.
La historia del acrecentamiento de nuestro ejército demostró la ley arriba
mencionada, Durante la formación del ejército, al apreciar su naturaleza, y el papel
decisivo del hombre, nuestro Partido partió siempre de la situación económica del país,
del objetivo del combate, equipó y mejoró gradual, ente el armamento del ejército, educó
e instruyó a cuadros y combatientes a fin de que conozcan a fondo su armamento y
coordinen simultáneamente su moral cada día más elevada con el mejoramiento gradual
de la técnica para vencer al enemigo.
En la pasada guerra de resistencia, la moral, el genio y el talento creador de nuestro
pueblo y ejército han inventado muchas y magníficas astucias para aniquilar al enemigo,
producir no pocas armas —rudimentarias al principio— para su propio avituallamiento.
Estas armas en las manos de nuestro ejército causaron, en muchísimos casos, gran
temor al enemigo. Mientras más luchábamos, más crecíamos y nos fortalecíamos
equipándonos con mejores armas. Hemos respetado altamente las armas; hemos
educado a los combatientes en que “el arma es su esposa y las balas sus hijas”. Muchas
fábricas de armas fueron ’llevadas’ desde las ciudades hasta profundas zonas selváticas
con gigantescos esfuerzos superando todas las dificultades y obstáculos; (...)
Precisamente, la profunda conciencia revolucionaria de nuestro ejército, el espíritu
revolucionario indomable de nuestro Partido y pueblo han hecho las armas y creado las
formas de combatir para vencer.
Durante la Resistencia en la línea y en el lema de la formación de las fuerzas armadas,
siempre tomó nuestro Partido la política como raíz. Atendían insistentemente las
instrucciones políticas a fin de desarrollar al máximo grado el elemento moral e
ideológico de nuestro ejército. Los cursos de rectificación Ideológica y de reeducación
del ejército, la educación política, la dirección Ideológica permanente iban gradualmente
elevando su conciencia de clase. Acompañaba siempre a la dirección del Partido el
trabajo político, realizando la unión entre los cuadros y soldados, entre el pueblo y el
ejército, desarrollando las actividades y la con ciencia de las «asas y aplicando las tres
grandes democracias para cumplir las tareas planteadas. Residen precisamente allí las
razones fundamentales que han creado la fuerza de nuestro ejército. El mejoramiento
del equipo, la instrucción técnica y táctica fue ron siempre bien consideradas y dirigidas
y se unieron estrechamente a la Instrucción política forjando la voluntad, la moral y el
estilo de combate. En cuanto al contenido y método de estudio militar siempre
consideramos importante la comprensión profunda del espíritu ideológico del Partido.
Hemos sabido que la política y la técnica constituyen una unidad contradictoria, tienen
relación día láctica y se influencian mutuamente, pero el lado dirigente es la política que
señala la orientación y sirve como base a la técnica. Con una buena política y un elevado
espíritu serán magníficos el estudio y la aplicación de la técnica, y con una buena táctica
se aumenta más la confianza, la decisión y las condiciones favorables para realizar con
mucho éxito la tarea política. En Diem Bien Phu iodo el mundo vid claramente que el
espíritu resuelto a luchar y a vencer y el inaudito heroísmo de nuestro ejército se
coordinaron estrechamente con la creación y la aplicación eficaz, por vez primera, de
nuevas técnicas y tácticas: construcción de las carreteras, tracción de cañones concentra
dos, manejo de armas antiaéreas... Y la posición defensiva, el ataque ganando terreno, la
táctica de "escaramuzas’', ataque continuo y con tropas concentradas en escala mayor,
etc. Esas hazañas tuvieron por respaldo los resultados de la rectificación política del
ejército de 1.953 que levantó la conciencia de clase del ejército entero; esas hazañas
están unidas a la movilización del pueblo por la rebaja de arriendos y la reforma agraria,
y no se apartan tampoco, del perfeccionamiento, en aquel tiempo, del equipo y técnica
del ejército.
Así pues, antes de la Revolución, cuando aún eran poderosos los imperialistas nipones,
franceses y nuestro pueblo no tenía un pedazo de hierro en sus manos, nuestro Partido
—gracias a que mantuvo firmemente el punto de vista marxista-leninista sobre el
hombre y el arma— apreció que la fortaleza de los imperialistas era temporal y la
debilidad de las nasas revolucionarias momentánea, atreviéndose a agitarlas y alzarse
haciendo la revolución. Y triunfó la Revolución de Agosto. Al regreso de los
imperialistas con tropas profesionales, aviones, tanques y cañones, nuestro Partido agitó
una vez más al pueblo entero a erguirse resistiendo y matando al enemigo por la
salvación de la Patria, tomando el arma rudimentaria para vencer a la moderna;
desarrollando hasta el máximo grado la absoluta supremacía política y moral de nuestro
ejército y pueblo, formando activamente las fuerzas armadas, convirtiendo lo débil en
fuerte y llevando la Resistencia hacia la victoria. Ahora, otra vez, este punto de vista está
demostrado por la práctica del pueblo revolucionario en el Sur de Viet Nam.
Hoy en día, paso a paso y de acuerdo con las exigencias de las nuevas tareas
revolucionarias, nuestro Ejército popular se constituye activamente en un ejército
moderno y regular. Debemos continuar resolviendo correctamente el problema del
hombre y el arma según el punto de vista de nuestro Partido, conforme a las necesidades
de las tareas revolucionarias.
El armamento de nuestro ejército debe mejorarse gradualmente según la perspectiva
de la modernización. Comprendemos que ya hemos vencido y venceremos con las armas
rudimentarias. Pero el arma más perfeccionada crea condiciones materiales para un gran
aumento de la fuerza de combate de nuestro ejército a fin de vencer al enemigo. Con las
nuevas armas en sus manos, el hombre aumentará muchísimas veces su fuerza.
El desarrollo del armamento de nuestro ejército se debe a las exigencias de las tareas
revolucionarias y a las actuales condiciones económicas de nuestro país. Debemos
enfrentarnos al moderno ejército y al imperialismo norteamericano y sus lacayos en el
Sudeste Asiático, que amenazan la construcción pacífica del norte de nuestro país, se
van a cabo la guerra agresora del Sur, pretenden implacablemente minar la paz y
preparan frenéticamente la nueva guerra mundial. El norte de nuestro país pertenece al
campo socialista, paso a paso construye una industria y una agricultura modernas y una
ciencia y una cultura avanzadas.
Partiendo de las exigencias y la práctica mencionadas aprovechamos al máximo les
más recientes logros de la ciencia y la técnica ce nuestro campo de un lado, y del otro
—y es precisamente el más importante— nos apoyamos principalmente sobre la
economía de nuestro país, el nivel técnico cada día más elevado de nuestra Industria,
para gradualmente, modernizar nuestro ejército y aprovechar a fondo todas las armas
rudimentarias bajo el lema de la coordinación entre lo moderno y lo rudimentario. No
creemos que necesitamos conseguir las mismas armas qua tienen los enemigos para
poder vencerlos. Sabemos que las masas revolucionarias pueden utilizar las armas
rudimentarias, mejorarlas y coordinarlas con las modernas para vencer a los enemigos.
Este es el punto de vista de masas, de la guerra popular y da la práctica es el punto de
vista del desarrollo del problema de armar al ejército en la revolución. Demuestra
también que es el hombre el dueño de las armas y que es él quién decide la finalización
de la guerra.
En la guerra contemporánea el papel del equipo técnico se eleva mucho. Pero esto no
disminuye el papel del hombre sino que, en el manejo del equipo técnico, lo acrecienta
infinitamente. Por eso, al resolver el problema del armamento de nuestro ejército, de
acuerdo con los nuevos objetivos de combate, debemos elevar activa y continuamente,
hacia las nuevas tareas, el nivel político de cuadros y combatientes, desde la conciencia
nacional democrática hasta la conciencia soda lista y continuar elevando el nivel de la
educación socialista, la voluntad de lucha por la reunificación del país y el espíritu de
internacionalismo proletario del ejército con miras a responder a las exigencias de la
lucha de clases tanto en el país como en el mundo actual. Debemos hacer conscientes a
cuadros y combatientes que la lucha de clases, dura y decidida, está desarrollándose para
que el ejército se mantenga firme sobre su posición de la clase obrera, afirme su lucha y
voluntad de combatir hasta el final por la obra liberadora de las masas trabajadoras, por
la victoria del socialismo y del comunismo en el país y a escala mundial. Hacemos que
cuadros y combatientes empuñen firmemente el arma apuntando precisamente al
enemigo de clase y sirviendo a la lucha de clases. Siempre consideramos como trabajo
estructural, con carácter decisivo, la construcción del ejército en lo político e ideológico;
debemos, en todos los aspectos de sus actividades, reforzar constantemente su nivel
político e ideológico, desarrollar su naturaleza y hermosa tradición criticando enérgica
y seriamente a aquellos que desatienden los problemas sobre los principios de un
ejército revolucionario en su modernización.
Cuando decimos que el hombre domina al arma comprendemos que no es cualquier
persona la que puede hacerlo o que se puede dominarla sin un mínimo esfuerzo. El
hombre crea el arma y necesita, además, condiciones para utilizarla de manera
apropiada, Esto refleja el carácter natural del elevamiento del nivel científico y técnico
militar de los cuadros y combatientes para que se conforme el equipo de la nueva técnica.
Pero, para conseguir que el nombre maneje adecuadamente el arma nueva se necesita
una condición más, la cual sigue siendo siempre decisiva: el espíritu combativo.
Con el gran poder destructivo de las armas modernas, sobre todo de las armas nucleares,
la guerra exige de los combatientes un espíritu combativo más alto que en el caso
de la guerra común. El espíritu continúa siendo el factor fundamental en la combinación
entre el hombre y el arma. Por moderna que sea el arma sin intervención del hombre no
es más que un objeto inerte. El hombre capacitado técnicamente sólo puede manejar el
arma, pero, a pesar de su elevado nivel técnico, si le falta el espíritu combativo nunca
podrá utilizarla.
Solamente con un alto espíritu combativo y conciencia de sus intereses de clase el
hombre se decide a luchar pese al sacrificio de su vida; solamente así el hombre estudia
con todas sus fuerzas a fin de mantener firmemente el arma y la técnica para emplearla
contra el enemigo. El hombre con conciencia de clase lo tiene todo; puede, con las manos
vacías, apoderarse del arma de su enemigo para matarlo.
El arma moderna plantea nuevas exigencias al hombre que la usa: técnica y táctica,
capacidad organizativa, nueva fuerza corporal, pero el factor decisivo y fundamental es
siempre el espíritu combativo.
El armamento perfeccionado y modernizado de un ejército revolucionario son
condiciones materiales para elevar en un grado más la fuerza combativa del ejército.
Pero el arma no es más que la posibilidad, aún no es la fuerza combativa. Solamente en
la combi, nación con el hombre, es decir, sólo cuerdo cuadros y combatientes del ejército
revolucionario logren mantener y manejar bien ese armamento en todas las
circunstancias, aquella posibilidad se convertirá en realidad. Por lo tanto, elevar el nivel
de conocimiento militar a cuadros combatientes, impulsar la revolución técnica en el
ejército, es una difícil y urgente demanda que debemos satisfacer activamente
considerándola coso una tarea política grandiosa e importante a fin de elevar la fuerza
combativa del ejército para que cumpla las grandes tareas asignadas por el Partido y el
Estado. Planteamos la formación de los combatientes revolucionarlos de manera
completa de acuerdo con las enseñanzas del Presidente Ho Chi Minh: “SI ELLOS (los
combatientes) TIENEN UNA IDEOLOGIA FIRME, UNA TECNICA BASTANTE
BUENA Y UN CUERPO FUERTE, SEGURAMENTE VENCERAN. POR EL
CONTRARIO, SI ELLOS SON BUENOS POLITICAMENTE PERO INEXPERTOS EN
LO MILITAR O BUENOS POLITICO-MILITARMENTE PERO TIENEN UN CUERPO
DEBIL NO PODRAN VENCER.”
En resumen, en la formación de un ejército moderno tenemos en cuenta al hombre y
al arma pero siempre consideramos que el hombre es lo primordial. En su formación
prestamos atención a todos los aspectos pero tomamos como decisivo el factor político
e ideológico, base del espíritu combativo. En nuestro ejército revolucionarlo la ciencia y
la técnica no desdeñan al hombre, por el contrario, él es su dueño. Debemos mantener
firme la línea de clase en la formación del ejército. Planteamos la intelectualización de
obreros y campesinos dándoles a ellos la ciencia y la técnica, continuamos el
reforzamiento de cuadros obreros y campesinos, cuadros que han sido forjados y
probados durante mucho tiempo en la pasada guerra Patria y formamos al mismo
tiempo nuevos cuadros procedentes de la clase obrera y el campesinado. La naturaleza,
la tradición de un ejército obrero-campesino crece y se desarrolla. Su nivel de
modernización aumenta positivamente paso a paso. Precisamente el obrero y el
campesino consciente de las tareas revolucionarias que maneja hábilmente las armas
paulatinamente modernizadas es el fiel retrato del combatiente revolucionario de
nuestro ejército actual.
Acerca del estudio sobre el arte militar, con las mismas armas y en el mismo estudio
de las experiencias de guerra, el análisis del beligerante opuesto, partiendo de conceptos
diferentes hacía el hombre y el arma, la ciencia militar proletaria y la de la burguesía
sacan distintas conclusiones sobre los principios da la ideología directiva del combate,
los métodos de lucha, el estilo de combate...
Nuestro Partido, fundamentado en las bases teóricas del marxismo-leninismo acerca
de la guerra y el ejército, en su estudio completo sobre las nuevas exigencias de la guerra
moderna, incluso la guerra nuclear, sigue afirmando que su línea militar —cuyo
contenido principal es la ideología de la guerra popular y el ejército popular— nunca cae
en desuso sino que mantiene su mismo valor y continúa logrando nuevos desarrollos
más abundantes y vivaces.
Las experiencias actuales en el Sur de Viet Nam demuestran que el pueblo
sudvietnamita puede también luchar con efectividad con sus armas rudimentarias,
frente a las nuevas armas de los norteamericanos y producirle gran temor al enemigo.
La estrategia y la táctica de la guerra popular basada sobre las fuerzas de todo el pueblo
integrado a la guerra con resuelto espíritu de lucha imposible de ser contrarrestada por
el enemigo pese a todas las experiencias extraídas están empujando a los piratas y vende
patrias a "un túnel" sin salida. La estrategia, la táctica y la técnica enemigas están
padeciendo una crisis sin solución: ¿aplicar la guerra rápida o prolongada? ¿en gran
escala o en pequeña? ¿con la concentración de las fuerzas móviles o mediante la
dispersión conquistando territorios? ¿cuáles serán los papeles y usos prácticos de
transporte con helicópteros y anfibiotanques? ¿hasta qué tipo de armas modernas se
deben utilizar?
Esta práctica demuestra una vez más la certeza de la ideología militar del Partido y
aclara la orientación de nuestro actual estudio sobre el acto militar. El equipo del ejército
debe ser perfeccionado y modernizado poco a poco, pero si planteados el problema de
que debemos conseguir todas las armas modernas igual que los enemigos, nos
encontraríamos ante un obstáculo insuperable, porque no sólo no nos lo permiten las
condiciones industriales del país —y por un tiempo bastante largo— sino que se opone
al punto de vista de guerra popular del Partido impidiendo desarrollar al máximo y en
toda su amplitud el carácter positivo de las masas populares integradas en la lucha
contra los enemigos. Mientras ellos tengan las armas nucleares y nosotros no las
poseamos, si nos basáramos solamente sobre el equipo técnico para analizar la
correlación de fuerzas (a causa de una absoluta incomprensión del punto de vista
correcto sobre el hombre y el arma) nos encontraríamos en un callejón sin salida ante
la. imposibilidad de vencer al enemigo. Claro que enfrentaremos muchas dificultades
toda vez que el enemigo posee armas nucleares y nosotros no. Pero mediante el
desarrollo máximo del factor subjetivo del hombre, el espíritu creador de las masas,
tendremos formas de lucha adecuadas y seguramente venceremos. Aprovechamos a
fondo las armas rudimentarias, las combinamos con las modernas, no simplemente
porque somos pobres, sino por las exigencias de la agitación de todo el pueblo a
participar en la guerra, seguimos el punto de vista según el cual, el hombre es el que
decide el resultado de la guerra y no las armas.
Debemos estudiar los métodos del combate del ejército mixto. Pero tenemos presente
que las masas revolucionarias pueden inventar muchos métodos de combate que nunca
puede utilizar el ejército delos explotadores, o que se propone, paro nunca puede llevar a
cabo su perfecta aplicación, es decir, los métodos de combate basados sobre la conciencia
revolucionaria de las masas, (Por ejemplo sobre la técnica de combate con trampas de púas, explosivos,
tiros de cerca con cañones...; sobre la táctica de combate de cerca en el seno del enemigo,
en la noche, de sorpresa, de guerrillas,..) Hacen las experiencias en la Resistencia pasada,
considerándolas como una parte de suma importancia en el desenvolvimiento militar
moderno de nuestro ejército.
Son algunas experiencias que señalan el acertado punto de vista sobre el hombre y el
arma, reflejado en nuestro estudio sobre el actual arte militar. En la eventualidad de una
guerra desatada en el Norte de nuestro país, pese a que el equipo técnico de nuestro
ejército es mucho más fuerte con respecto a la Resistencia pasada, tendríamos que
enfrentamos a un enemigo aún más fuerte en lo técnico. Debe todavía nuestro ejército
usar lo débil para atacar lo fuerte, Debemos siempre desarrollar al máximo nuestra
posición fuerte en lo político y espiritual para superar la debilidad frente al enemigo en
cuanto al equipo técnico, aprovechando toda posibilidad adquirida en el armamento,
convirtiendo la fuerza moral de la totalidad de nuestro pueblo y ejército en fuerza
material que destruya al enemigo. Una vez más, guiados por la teoría invencible del
marxismo-leninismo, vamos a utilizar las actividades en la práctica revolucionaria para
demostrar las opiniones de Marx: "UNA FUERZA MATERIAL SOLO PUEDE SER
DESTRUIDA CON UNA FUERZA MATERIAL; NO OBSTANTE, LA TEORIA SE
CONVERTIRA EN UNA FUERZA MATERIAL UNA VEZ QUE PENETRE
PROFUNDAMENTE EN LAS MASAS".
El punto de vista marxista-leninista acerca de que el factor decisivo en la derrota o
en la victoria en la guerra es el hombre, las masas populares, y no el arma, constituye la
base teórica de la guerra popular de nuestro Partido. Las masas populares, una vez
conscientes de sus propios intereses, convierten sus puntiagudos palos, sus azadones y
palas en ansas, arrancan con sus manos vacías los fusiles del enemigo, toman las armas
rudimentarias para luchar contra las modernas, crean muchas formas de combate y se
convierten en fuerzas invencibles para proteger sus propios derechos. Por eso
actualmente, por moderno que sea el armamento del ejército permanente, nuestro
Partido sigue insistiendo en la agitación del pueblo entero para que esté listo para
afrontar el intento de agresión al Norte de nuestro país por parte de los imperialistas
norteamericanos y sus lacayos, coordinando estrechamente la formación del ejército
permanente con las fuerzas de autodefensa, las fuerzas milicianas y de la reserva, el uso
de los medios modernos con los rudimentarios y la construcción económica con el
afianza ciento de la defensa nacional. Por lo tanto se debe emprender bien a fondo, en
el pueblo y en el Partido entero la tarea de estudiar lo militar, participar en los cuerpos
milicianos y de autodefensa y construir unas fuerzas armadas grandes y fuertes. Debe
coordinarse estrechamente la producción y su protección, dirigir el trabajo de
instrucción política y militar de los milicianos populares y de las formaciones de
autodefensa y atendar al afianzamiento y organización constante de esas fuerzas, sobre
todo en las zonas vitales.
Para solucionar bien todos estos problemas no se debe en absoluto subestimar, en la ideología,
el papel estratégico de la guerra de guerrillas, el uso efectivo de las armas
rudimentarias, las formas y experiencias de los pequeños combates que son como leves
vientos que sumados provocan grandes tempestades, experiencias supremamente
abundantes del pueblo aplicadas desde hace mucho tiempo con grandes resultados.
Debemos superar la idea de desatar grandes combates para lograr enorme botín,
estudiar las formas trascendentales que no correspondan a la organización, al equipo ni
a la forma de actividades guerrilleras. Al mismo tiempo, debemos darnos cuenta de que
las actuales condiciones de armamento de milicianos y las fuerzas de autodefensa están
mejorándose poco a poco y que ya se han cambiado las desandas de preparar fuerzas
reservistas para las tropas regulares. Por lo tanto, de acuerdo a las condiciones, debemos
velar por elevar el nivel de conocí ¡lientos de los milicianos y las fuerzas de autodefensa,
no sólo sobre la infantería, sino también sobre la técnica y la táctica de las diferentes
armas.
En la actualidad, paralelo al régimen de servicio militar, el papel de las numerosas
fuerzas de reserva es muy importante. Cada día se engrosan más estas filas de reservistas
con los que regresan del ejército después de haber cumplido el servicio militar. Cuando
haya guerra serán precisamente ellos, una vez movilizados, los que combatirán.
En tiempo de paz no necesitamos una fuerza permanente tan numerosa, pero cuando
la guerra estalle seguramente exigirá del ejército permanente una más elevada y grande
cantidad (...) con respecto a la Resistencia pasada; no nos permitirá prolongar el tiempo
de organización e inscripción. Por eso, debemos organizar y administrar estrechasen te
las fuerzas de reserva, garantizar un serio régimen de educación con mejor calidad, para
no solamente mantener los conocimientos anteriores conseguidos de las filas de
reservistas sino también, elevar constantemente el nivel de conocimiento paralelo al
desarrollo de la ciencia militar moderna.
Las fuerzas permanentes son los armazones de las fuerzas armadas. Tienen una
importante responsabilidad en la formación de las fuerzas reservistas, milicianas y de
autodefensa. En consecuencia, nuestro ejército debe participar dinámicamente en los
asuntos militares de las respectivas zonas en donde acampa, ayudar activamente a la
construcción e Instrucción de las fuerzas armadas locales, guardar la seguridad, el orden
y trazar un estrecho plan de coordinación de combate.
El hombre y el arma, los cuales constituyen la fuerza armada, son inseparables de la
sociedad. Precisamente, el pueblo y la retaguardia son inagotables fuentes de suministro
de las fuerzas armadas y la defensa nacional, en hombres y armas. Cuando decimos que
es el hombre el que define, que es la moral y no el arma el factor decisivo, precisamente
queremos expresar que es el hombre en el seno de la sociedad con sus bases política y
económica. La derrota o la victoria en la guerra son la derrota o la victoria de un régimen
frente a otro, o de una clase frente a otra. Para lograr crear los hombres de las fuerzas
armadas con una alta capacidad de combate se debe reforzar, ante todo, al hombre desde
su base y atender todos sus aspectos, económico, político, cultural, sentimental, etc.,
desde el seno de la sociedad. La retaguardia es justasen te uno de los factores que
deciden la victoria de cada guerra, determina, en primer lugar, la vitalidad de las fuerzas
armadas en este dominio. Nuestro régimen social es el más hermoso, sus actividades
tienen el único objetivo de servir a los intereses del pueblo; es la garantía más grande
para formar combatientes revolucionarios con buena conciencia política, moral, cuerpo sano,
fuerte, y un elevado ideal de combatiente.
A fuera o a dentro del ejército o cuando regresan a la retaguardia, siguen siendo los
dueños de la sociedad, los autores y defensores de la felicidad social y de la suya propia.
Allí tiene su origen la base de la cuestión firme entre nuestro ejército y el pueblo.
No obstante, no es que espontáneamente, con esa base, los que participan y
participarán en las fuerzas armadas revoluciona rías obtendrán un sólido nivel de
conocimientos en todos los aspectos. Nuestro régimen en sí es muy bueno, pero ello no
significa que la construcción socialista no encuentre muchísimas dificultades, sobre todo
en el primer paso del periodo de transición, especialmente en las condiciones de un país
agrícola atrasado como el nuestro cuya mitad construye el socialismo y la otra sigue en
guerra. Hay dificultades o desarrollo favorable en el trabajo de la cooperativización,
estado de la cosecha: buena o mala, abundancia o escasez de mercancías, estado de
construcción de las granjas estatales, de las fábricas, de las escuelas, etc., y todo esto
tiene relaciones estrechas con todos, con las fuerzas armadas, con la vida, con el
reforzamiento de la fuerza material y moral de las fuerzas armadas y de sus bases en la
retaguardia. Más directa es la realización de las políticas en la retaguardia relacionadas
con el ejército. La garantía de una aplicación estricta de las políticas del Partido son los
intereses materiales o espirituales de los combatientes, en el servicio a desmilitarizados,
de los heridos de guerra, de los caídos, de las tropas regulares o de las otras fuerzas
armadas, etc. Fuera de ésta, la buena propaganda, educación y realización del deber de
defensa nacional, del servicio militar coordinado con la instrucción en el patriotismo, el
amor hacia el régimen socialista y el ejército, el espíritu internacionalista proletario, la
vigilancia y el espíritu listo para combatir, etc., son importantes garantías de la
formación del ejército y la consolidación de la defensa nacional.
Por eso, mientras más afianzamos la política en el pueblo, esforzándonos por
construir el socialismo realizando correctamente todas las políticas del Partido y
fortaleciendo cada día nuestro régimen, más directamente reforzaremos a los hombres
de las fuerzas armadas y creamos condiciones más firmes para garantizar que adquieran
una potencia irreductible en lo moral y material.
Tomar firmemente, al lado del ejército, el punto de vista de que el hombre es el factor
decisivo equivale a reforzar la unidad entre el ejército y el pueblo, al ligar estrechamente
todas sus actividades con las del pueblo y a participar en todos los frentes de la
construcción de la retaguarda. Constituye, también un principio en la filosofía del
ejército.
El ejército, nacido en el seno del pueblo y crecido bajo sus cuidado debe siempre
tener presente que su condición de combate es “para el pueblo”. El pueblo es la fuerza
viviente e invencible del ejército, por ello el sostenimiento firme del ideal “para el
pueblo” es también el origen de la fuerza invencible de nuestro ejército. Precisamente
por eso el participar en la construcción de la retaguardia en todos los aspectos refleja
concretamente la realización del ideal “para el pueblo” y a la vez, crea más condiciones
para alimentar la fuerza de combate del ejército latente en el pueblo y en la retaguardia.
Debe, nuestro ejército, participar en las grandes campañas de movilización política
en el pueblo, difundir y hacer conciencia al pueblo de la necesidad de la buena realización
de la línea, los planteamientos y políticas del Partido sobre la transformación socialista y
la construcción actual del socialismo en el pueblo, dando su aporte al reforzamiento
de la unión y salvación en la política, entre el Partido, el estado y el pueblo.
Debe, nuestro ejército, participar realmente en el trabajo predictivo, en la
construcción esenciales, para ofrecer su aporte al aumento gradual del pueblo, pobre y
atrasado de origen, hacia el socialismo, con una industria y agricultura atrasadas, con
una cultura y ciencia adelantados a fin de elevar el nivel de vida del pueblo, aumentar la
capacidad de la defensa nacional del país; a través de todo esto, reforzar aún más la
posición y el punto de vista del proletariado, el punto de vista del trabajo y de las masas,
factores de primera importancia en la elevación de la fuerza combativa del pueblo.
En la actualidad, mientras los revisionistas contemporáneos esgrimen erróneos
argumentos sobre si hombre y el arma, el estudio de este tema con la profunda
comprensión del punto de vista ideológico de nuestro Partido acerca de la guerra popular
y del ejército popular es de suma necesidad para que podamos mantener firmemente y
realizar acertadamente la línea y el lema de la formación del ejército en su avance hacia
un ejército moderno y regular. Esto constituye, también, una base dedicada al estudio
del arte militar de nuestras fuerzas armadas.