martes, 18 de marzo de 2025

El árbol de las tres raíces.

 El Sistema EBR.

Primera Raíz: Raíz Robinsoniana.

“La historia de América Latina lo dejó de lado. De ese exilio, olvidado, de intención o desacierto en las perspectivas, traemos a este Simón Rodríguez, al que la historia sólo consiente en legitimar como preceptor de Simón Bolívar.

“Se nos viene en indumentaria de transeúnte de variados mundos, viejo observador de las revoluciones del siglo. Se nos viene con sus trazas de inadaptado y diferente, lúcido y estrafalario, filósofo, preavisado y avisador, reiterador de preguntas completas: inventor discrepante y planificador para pasado mañana trabaja su proyecto para la fundación de patrias criollas, acompañándolas de reflexiones al día, para el día siguiente. Es el futuro el que carga en sus hombros de solitario impaciente”.

“Su vida es andariega, gozosa, controversial, excedida en gastos de energía. Sabe bien reír. Sabe hacerse pretextos a la risa. Sabe correrse a la burla. Su alegría no es ocasional. Era .su método de vivir y enseñar”. (Dardo Cuneo).

En la historia de la filosofía política venezolana existe un modelo teórico primigenio, al cual vamos a llamar en adelante “robinsoniano”, por haber emergido del pensamiento y de la praxis de aquel compatriota que cambió su nombre original de Simón Rodríguez por el de Samuel Robinson.

El Modelo Robinsoniano fue construido en un lapso de poco más de medio siglo, desde la época de las mocedades de Robinson, maestro de los niños caraqueños “cuando escribe en 1794 sus reflexiones sobre los defectos que vician la Escuela de Primeras Letras de Caracas y los medios para lograr su transformación en “un nuevo establecimiento, hasta su propia ancianidad, cuando, en 1851, publica sus Consejos de Amigo, dados al Colegio de Lacatunga”.

El modelo se fundamenta en un sistema de ideas que puede ser perfectamente enmarcado dentro de una profunda disyuntiva existencial, en la cual se deslinda claramente una dicotomía en movimiento arrollador: “inventamos o erramos”.

Como todo sistema ideológico, el modelo está integrado por un conjunto de elementos conceptuales fuertemente interconectados entre sí, los cuales constituyen la estructura sistemática robinsoniana.

El estudio del modelo, desde su génesis hasta su desarrollo, demuestra que tal estructura permanece inalterable y obedece a la misma disyuntiva de inventar nuevas instituciones para las nacientes repúblicas latinoamericanas o de errar el camino cayendo en el simplismo de copiar modelos de otros tiempos, otras actitudes, otros hombres. Es decir, si no inventamos, caemos fatalmente en el error.

En Sociedades Americanas (1842), Simón Rodríguez se encarga de delinear la disyuntiva:

“¿Dónde iremos a buscar modelos? La América española es original.

Originales han de ser sus instituciones y su gobierno. Y originales,

los medios de fundar uno y otro. O inventamos o erramos”.

Es en este modelo donde se inserta la raíz más profunda del Sistema EBR, precisamente, en la R de la raíz robinsoniana.


Segunda Raíz: Raíz Bolivariana.

“Así está Bolívar en el cielo de América, sentado aún en la roca de crear, con el inca al lado y el haz de banderas a los pies. Así está él, calzadas aún las botas de campaña, porque lo que él no dejó hecho, sin hacer está hasta hoy; porque Bolívar tiene que hacer en América todavía”. (José Martí).

El Modelo Robinsoniano trasciende, sin embargo, el personaje, el maestro, para generar y servir de base a otro de mayores dimensiones, no en lo filosófico, sino en su proyección histórica y geográfica: El Modelo Bolivariano. Éste se impulsa sobre aquél y se siembra en un extenso territorio con la misma semilla dicotómica: inventar una nueva sociedad en la América Española o errar, tratando de copiar viejos modelos, impertinentes a nuestro escenario. 

Los elementos conceptuales que forman el Modelo Bolivariano son más complicados, pero, no por ello es imposible identificar una estructura perfectamente homóloga con el modelo robinsoniano. Ambos son producto de una época y resultan de un proceso de observación y praxis sobre una misma situación fenoménica.

Simón Bolívar, “El Líder”, escribe su doctrina en la dicotomía robinsoniana de manera reiterativa, desde sus primeros discursos en 1811, cuando señala: “Que los grandes proyectos deben prepararse con calma.

¿Trescientos años de calma no bastan? Pongamos sin temor la piedra fundamental de la libertad americana. Vacilar es perdernos”.

En su Discurso ante el Congreso de Angostura, el 15 de febrero de 1819, señala: “Tengamos presente que nuestro pueblo no es el europeo ni el americano del norte, que más bien es un compuesto de África y América, que una emanación de la Europa”.

Más adelante continúa delineando el elemento central de la estructura conceptual del modelo:

“Nuestras leyes son funestas reliquias de todos los despotismos antiguos y modernos, que este edificio monstruoso se derribe, caiga y, apartando hasta sus ruinas, elevemos el templo a la justicia y, bajo los auspicios de su santa inspiración, dictemos un Código de leyes

venezolanas”.

Ésta es la segunda raíz, por cuyo ápice libertario se alimenta de los siglos el Sistema EBR: la B de la vertiente bolivariana.


Tercera Raíz: Raíz Zamorana.

“¡Oigan todos! ¡Alcen en alto las banderas! ¡Que redoble un tambor y traigan por las bridas un potro de pólvora y tormenta porque Ezequiel Zamora ya despierta! ¡Y que venga el coro de los vientos! ¡Y el de la madrugada enrojecida! ¡Porque ya Ezequiel Zamora va con el pueblo y hay una tempestad por los caminos!” (César Rengifo).

Es el modelo que completa la trilogía ideológica del proyecto político que ahora resurge de las entrañas de la historia patria. Está conformado por una síntesis filosófica orientadora, aquélla que estremeció a la oligarquía conservadora, cuando Ezequiel Zamora, “El General del Pueblo Soberano”, lanzó sus tremendas consignas federales:

“Tierras y hombres libres”

“Elección popular”

“Horror a la oligarquía”

He aquí la tercera vertiente ideológica que nutre nuestro proyecto político: La Raíz Zamorana, ubicada en un tiempo histórico más cercano al presente e incorporada simbólicamente al componente sistemático, con la E de aquel nombre terrible: Ezequiel. 

La inspiración del general Zamora viene de las mismas raíces: robinsoniana y bolivariana. Su discurso lleva el mismo sello de la gran disyuntiva existencial. Inventó los mecanismos de la insurrección campesina de 1846, para errar y volver a inventar la forma de conducir la Revolución de 1858.

En 1846 invita a sus contemporáneos a seguir adelante con una imperiosa necesidad, para quitarnos el yugo de la oprobiosa oligarquía y para que opóngase quien se opusiere, y cueste lo que costare, lleguemos por fin a conseguir las grandes conquistas que fueron el lema de la independencia:

Inventó, Zamora, el Estado Federal de Barinas, lanzando, el 21 de mayo de 1859, una proclama incendiaria:

“Sobre las ruinas de la dictadura que el 5 de marzo próximo pasado nos impulsó Julián Castro, con la envejecida oligarquía, levantaréis el Gobierno Federal que asegura para siempre la libertad, la igualdad y la fraternidad, dogma de la República genuina”. 

Los elementos conceptuales del modelo ideológico zamorano guardan estrecha relación con la invención robinsoniana y la grandeza de visión geopolítica del modelo bolivariano. Dichos elementos se reflejan en la gran cantidad de documentos producidos por el General del Pueblo Soberano. Veamos como muestra la Protesta a los ciudadanos cónsules extranjeros residentes en Puerto Nutrias, el 9 de junio de 1859:

La provincia de Barinas, haciendo uso de su soberanía radical, se ha separado del gobierno central y ha constituido su Estado Federal para gobernarse a sí misma por sus leyes propias, mientras se reúne la convención popular de las provincias unidas de Venezuela. El Estado de Barinas no puede dejar de ser reconocido como miembro de la sociedad de las naciones, pues se gobierna por leyes positivas emanadas de él mismo y ha establecido las autoridades que dirigen a sus miembros y los representan.

Continúa inventando al ordenar la aplicación de medidas destinadas a favorecer las mayorías necesitadas:

1. Cinco leguas de tierra a la redonda y por los cuatro puntos cardinales para uso común de cada pueblo, villa o caserío. 

2. Eliminación del sistema de cobro de arriendo por el uso de la tierra para fines agrícolas o pecuarios.

3. Fijar los jornales de los peones de acuerdo con las labores.

4. Que los amos de hatos empotreren diez vacas paridas de modo permanente en las tierras del común para suministrar diariamente, y de modo gratuito, una botella de leche a los hogares pobres.

miércoles, 12 de marzo de 2025

La última esclava: texto de Alexandra Kollontai.

La mujer oriental se ha mantenido en silencio desde hace siglos y ha hecho falta que sonase el toque de arrebato de la revolución proletaria en Rusia para hacerla salir de su secular adormecimiento. El anuncio del comunismo, del trabajo y la camaradería universales, de la igualdad de los sexos y la solidaridad general, ha penetrado como un irresistible llamamiento en el lejano Oriente, ha atraído a las masas a sus colores vivos y abigarrados. El Oriente se ha movido. Los pobres, con todo el odio acumulado en sus corazones contra los sátrapas y ricos, han comenzado su ascenso hacia la bandera roja, símbolo de libertad, igualdad y trabajo para todos. Por primera vez en la historia, la mujer de Oriente ha escuchado el llamamiento dirigido a ella, la más oprimida entre las oprimidas. Esa mujer, que no era casi más que una cosa, un accesorio del hogar, un instrumento humilde y sin voz, recibe el llamamiento de la bandera roja del comunismo que la llama a la igualdad y a la posesión de todas las conquistas de la revolución. 

 Por primera vez desde hace siglos, la mujer oriental ha rechazado el velo y se ha mezclado con la masa revolucionaria en marcha hacia el símbolo de la liberación, hacia la bandera roja del comunismo. 

Cada mes de existencia de la república soviética, asentando más intensamente los fundamentos del comunismo, aumenta la fermentación entre las mujeres de Oriente. La mujer oriental aparece por primera vez en la historia en el Congreso de los Pueblos de Oriente celebrado en Bakú. 

 En todas las regiones de la Rusia soviética en las que domina la población musulmana, en las repúblicas orientales, se prosigue en las masas femeninas un profundo trabajo de ideas. La idea sovietista es como una batuta que guía a todos los desheredados, que rompe las barreras que separan a las razas orientales de las otras y une las fuerzas dispersas. Las mujeres reclaman su derecho a la educación. Alrededor de las secciones de educación pública se agrupan las mujeres orientales, desembarazadas del velo. Las tártaras, las persas, las sartas, luchan contra ese atributo antihigiénico. En Teherán, donde el capital ya ha preparado el terreno, para una siembra futura de comunistas, se ha celebrado una conferencia de mujeres bajo la consigna “¡Abajo el velo!”

Turquestán, con su pequeña industria doméstica, ve aumentar día a día el movimiento que arrastra a las mujeres de los artesanos. El número de casos de divorcio que llegan a los tribunales aumenta cada día; la mujer, segura con sus comienzos de emancipación económica, reclama cada vez más categóricamente su derecho a la existencia independiente. 

En Azerbaiyán, las mujeres musulmanas guiadas por la sección comunista han organizado un club, un jardín de infancia, un taller de costura, un comedor y una escuela. 

En Transcaspia se celebran reuniones regulares de mujeres iguales a las asambleas de delegados en Rusia. Existe un sindicato de cosedoras que agrupa a musulmanas y rusas. 

En Samarcanda, la sección femenina del comité comunista tiene una agrupación de musulmanas. Existen secciones femeninas en Bujará. El Comité Ejecutivo del Turkestán cuenta con cuatro mujeres, pero no todas se han quitado el velo todavía. 

En Baskiria, entre las mujeres kalmukas y kirguizas, en la República Tártara e incluso en los lejanos rincones del norte, en Tiumen, el movimiento se extiende entre las musulmanas y las secciones femeninas de nuestro partido echan profundas raíces. 

La mujer oriental, sobre todo la fracción que vive en el territorio de la federación soviética, se ha despertado y lanzado hacia su completa liberación. Basta con saber ayudarle para ganar nuevas defensoras de la gran idea comunista. 

La Tercera Conferencia Panrusa de las Secciones Femeninas contó con una sección especial de las mujeres orientales. Decidió no solamente intensificar esta parte de nuestro trabajo, sino, además, convocar para el 1 de febrero, fecha retrasada después al 1 de abril, un primer congreso panruso de las mujeres de Oriente. Se crearán comisiones de organización en todas las provincias para preparar el congreso. Esas comisiones estarán compuestas por representantes de las oficinas musulmanas, las secciones obreras y los comités de la juventud comunista. En los distritos se llevará a cabo la misma acción. Se preparan panfletos, carteles, proclamas, se echa mano de los maestros, de los médicos, de las agrupaciones comunistas, de todas las asociaciones educativas musulmanas. 

En las repúblicas autónomas, la preparación del congreso también les incumbe a las secciones femeninas. Se han convocado conferencias previas en las provincias y distritos. Se ha llevado a cabo una amplia propaganda. El orden del día del congreso es el siguiente: 1º cuestiones actuales; 2º el poder de los sóviets y las mujeres de Oriente; 3º la situación jurídica de la mujer oriental anteriormente y ahora; 4º pequeña industria y mujer en Oriente; 5º protección de la maternidad y de la infancia; 6º educación pública y mujer oriental. Este congreso será general, sin consideraciones de partido: su objetivo es poner en movimiento a una masa todavía virgen, interesar en la acción de los sóviets a las poblaciones femeninas, educar a las mujeres orientales en el espíritu comunista, y afirmarlas mediante la lucha contra los enemigos de los trabajadores. Pero como es preciso contar con todas las particularidades económicas y tradicionales de Oriente, se ha decidido reunir después del congreso una conferencia de mujeres comunistas musulmanas para examinar diversas cuestiones de organización y programa concernientes a la liberación de la mujer oriental. 

Tendremos que concentrar nuestros esfuerzos en dos puntos principales: agrupar y reunir a las fuerzas dispersas de las mujeres artesanas en las localidades donde el capital industrial ya ha dejado caer sus pesadas manos sobre la proletaria oriental, agrupar a los elementos agrícolas, seminómadas o nómadas alrededor de cooperativas agrícolas, y, por otra parte, arrastrar a las masas femeninas a la acción educativa, y después política, de nuestras secciones de instrucción pública. La educación y la ciencia serán en Oriente, más que en ninguna otra parte, el instrumento de liberación más seguro. La vida misma dicta la necesidad de una estrecha relación entre las mujeres y los órganos educadores.

Cuanto más se extienda entre las mujeres orientales la acción de nuestras secciones femeninas, más rápidamente se establecerá el comunismo en Oriente y más decisivo será el golpe descargado sobre el imperialismo occidental por las fuerzas reunidas del proletariado oriental despertado de su secular sueño.

miércoles, 5 de marzo de 2025

El Proyecto Nacional Simón Bolívar.

 El proyecto está concebido como una serie encadenada de situaciones dentro de un proceso evolutivo de signo profundamente transformador. 


Llamemos situación inicial a la terrible realidad en la cual ha caído la Nación venezolana actual, marcada por una crisis histórica sin precedentes, generalizada en todos los componentes estructurales: 


🔸Sub-estructura económico-social. 


🔸Sub-estructura político-jurídica. 


🔸Sub-estructura ideológica. 


Esta crisis estructural se refleja a diario en todos los órdenes del nivel fenoménico de la situación: en lo social, económico, político, militar, religioso, moral, ambiental, tecnológico, etc. 


La estrategia de transformación del proyecto debe, por tanto, abarcar tanto el nivel fenoménico como el genosituasional, enfrentando todos los componentes de la situación, vistos de manera integral. 


Llamemos ahora objetivo estratégico a la situación futura de la realidad nacional, a la que se llegará como resultado del proceso histórico, de transformación global, donde las formas estructurales serán totalmente distintas a las imperantes en la situación inicial. El objetivo estratégico es la aspiración concebible, alcanzable dentro de un horizonte temporal definido.


El Proyecto Nacional Simón Bolívar propone la fijación de un horizonte de tiempo máximo de veinte años, a partir del comienzo de las acciones transformadoras de la situación inicial, para que los actores y las acciones se ubiquen en el objetivo estratégico. 


Sin embargo, el proyecto admite la existencia de una región posible que trasciende el horizonte máximo definido, es decir, ubicada más allá del objetivo estratégico y que constituye la “razón total” del proceso. Llamaremos a esta región-escenario la utopía concreta robinsoniana.


“Utopía concreta” porque es la parte del sueño que puede ser traída a la realidad, alcanzable a la vista de las leyes de transformación situacional. Y “robinsoniana” porque ya era vislumbrada por el maestro Simón Rodríguez en sus escritos de mediados del siglo pasado: “No es sueño ni delirio, sino filosofía, ni el lugar donde esto se haga será imaginario, como el que se figuró Tomás Moro; su utopía será, en realidad, la América”. 


La Utopía Concreta Robinsoniana. 

El hombre, ese ser de nervio, sangre y razón, debe trascender los límites de sus propias miserias individuales y ubicarse en el ámbito fértil de las relaciones sociales solidarias y con profundas dosis de racionalidad, tal como lo señalaba el maestro Simón Rodríguez en Sociedades Americanas (1842), consecuente con el pensamiento más avanzado de su tiempo, y aún vigente entre nosotros: 


“Las sociedades tienden a un modo de existir muy diferente al que han tenido y del que se pretende que tengan. Los hombres de estos últimos tiempos quieren gobernarse por la razón que es la autoridad de la naturaleza. Razón es figura abstracta de pensar”. 

El maestro define en sus profundas cavilaciones “el fin de sociedad”, con una visión teológica profundamente humanista: “Los hombres no están en sociedad para decirse que tienen necesidades, ni para aconsejarse cómo remediarlas, ni para exhortarse a tener paciencia sino para consultarse sobre los medios de satisfacer sus deseos porque no satisfacerlos es padecer”. 


Allí están las líneas fundamentales de la utopía concreta robinsoniana, en el marco de un tipo de sociedad solidaria donde el ser humano sea el elemento fundamental con la trascendencia social ya señalada. 


Profundizando en el pensamiento del maestro, intentamos señalar un nivel más allá del objetivo estratégico del Proyecto Nacional Simón Bolívar, un nivel donde se encuentra la razón de ser del proceso: un estadio superior de sociedad donde los seres humanos puedan “consultarse sobre los medios de satisfacer sus deseos” y evitar el padecimiento individual y social. Tal situación no puede imaginarse fuera del ámbito de una sociedad profundamente democrática y solidaria. 


Enfoquemos con mayor precisión los conceptos del maestro para definir con la máxima claridad posible la utopía concreta robinsoniana:


La idea de consultarse es completamente democrática, con una concepción profundamente participativa del término: para tratar de su bienestar, no deben perder consultores, ni medios de consultar, cada hombre excluido del consejo es un voto de menos y un perjuicio.


El fin supremo de la sociedad es “satisfacer los deseos” de los hombres pero con el condicionante de la consulta previa y general sobre los medios de lograr tal fin. Profundizando en el concepto, tenemos que la acción de satisfacer implica “pagar enteramente lo que debe ser” y el deseo viene dado por un movimiento enérgico de la voluntad hacia el conocimiento, posesión o disfrute de una cosa”. Y la voluntad radica en “la potencia del alma, que mueve a hacer o no hacer una cosa”.


Es decir, la sociedad existe para abrir a los hombres el cauce hacia la liberación de sus fuerzas internas, de manera tal que salga de lo meramente individual, para potenciar su capacidad de pensar, de inventar y de crear sus propios modos de existir, en interacción constante y solidaria con sus semejantes. 


El desarrollo de su capacidad creadora le permitirá, en ese estadio futuro de sociedad, comprenderse a sí mismo y dinamizar su propia cultura, con lo cual se asienta en los terrenos de la racionalidad, en la búsqueda del fin existencial. 


La utopía concreta robinsoniana constituye el escenario más alejado, en la perspectiva de la trayectoria estratégica de transformación. Por tal razón, sus contornos, sus componentes situacionales apenas pueden ser vislumbrados, alargando la proyección más allá del horizonte. 


A medida que el proyecto avance hacia la situación-objetivo y los planes se vayan transformando en historia, la utopía concreta podrá ser definida con claridad creciente, producto de la visión de los actores y la eficacia de las acciones. En la actual situación, la utopía concreta robinsoniana permite a los venezolanos tomar el azimut histórico, definir el rumbo y comenzar la larga jornada que le corresponderá conducir hacia destinos superiores. 


La situación-objetivo.

 El modelo de sociedad “original” y el modo de vida “solidario”. 


El Proyecto Nacional Simón Bolívar visualiza la situación-objetivo en un horizonte máximo de veinte años, partiendo de la situación a largo plazo, la cual lleva implícita la estrategia micropolítica de transformación. La situación-objetivo constituye al mismo tiempo una realidad global, un escenario integral: el modelo de sociedad original y el modo de vida solidario, hacia los cuales se orientará el esfuerzo nacional. 


“Original” fue el término utilizado por el maestro Simón Rodríguez para definir el modelo de sociedad que debe perseguir la América latina: “¿Dónde iremos a buscar modelos? La América española es original. Original han de ser sus instituciones y su gobierno. Y originales, los medios de fundar unas y otro. O inventamos o erramos”.


Y, solidario porque de esa manera conceptualizaba, El Maestro, el modo de vida a llevar por los hombres en sociedad. Veamos la exactitud de su proyecto: “no es hacer cada uno su negocio, i pierda el que no esté alerta, sino pensar cada uno en todos, para que todos piensen en él. Los hombres no están en el mundo para entredestruirse, sino para ayudarse”.


El Modo de Vida Solidario. 

“Modo de vida son las tendencias sociales profundas y persistentes que permiten clasificar los hechos cotidianos y darles un sentido”. 


“Estudiar el modo de vida significa hacer mención a la sociología de la familia, de la educación del consumo del tiempo libre, de la cultura y del trabajo”. Y también: “El modo de vida es en suma la sociedad tal como ella es vivida concretamente”. 


La definición de modo de vida es una tarea sumamente compleja. El Proyecto Nacional Simón Bolívar enfrenta la propuesta en un nivel de alta generalización, con la intención de abrir el compás para la participación de la sociedad civil venezolana en el difícil proceso de la definición y construcción del modo de vida solidario. 


El modo de vida solidario es el producto social resultante del modelo de sociedad original, y en su construcción deben enfocarse tres amplios campos de condiciones determinantes: 


🔸Determinaciones económicas (condiciones de vida y de trabajo). 


🔸Determinaciones ideológicas (sistema de normas socioculturales). 


🔸Determinaciones políticas (sistema de decisión económico-político). 


🔸El Modelo de Sociedad Original. 


La estructura del modelo es determinada por los elementos situacionales y la interacción entre ellos. Los elementos situacionales de carácter estratégico que interactúan para definir el modelo de sociedad dentro de una concepción global, son los siguientes: 


🔸EL SISTEMA SOCIAL. 


🔸LA CULTURA. 


🔸LOS FACTORES INDIVIDUALES. 


El sistema social, si bien lleva una alta carga determinante para el modelo de sociedad, no abarca todo su espectro. Básicamente, está conformado por la estructura económico-social y la estructura político-jurídica. 


Más allá del sistema social, existe la cultura como elemento estratégico del modelo de sociedad, entendida dentro de un nivel de conceptualización sumamente dinámico, que trasciende la mera noción patrimonial inventiva y cognitiva, hasta abarcar la estructura ideológica del cuerpo social. 


Y en un panorama más amplio y profundo, todavía, el Proyecto Nacional Simón Bolívar asigna a la cultura un rol eminentemente transformador y revolucionario, a través de la promoción y libre desarrollo de la creatividad, recogida de la dicotomía existencial robinsoniana: “inventamos o erramos”. 

El individuo concreto es resultado de la interacción con los dos componentes situacionales señalados, proceso en el cual la estructura social determina en alto grado los caracteres individuales. El individuo como actor social ejerce, sin embargo, influencia de significación variable sobre el sistema social. El modelo de sociedad original debe potenciar la capacidad y su relativa autonomía creadora dentro de la situación. 


Dentro del marco teórico anterior, el Proyecto Nacional Simón Bolívar aborda el modelo de sociedad original, con un enfoque de globalidad definido por la interacción del sistema social de la cultura y los factores individuales, visualizando en perspectiva la situación- objetivo del proceso de transformación a un nivel principista, en el cual serán definidos los criterios generales que conforman cada elemento estratégico del modelo, es decir, el sistema social, la cultura y los factores individuales. 

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