La mujer oriental se ha mantenido en silencio desde hace siglos y ha hecho falta que sonase el toque de arrebato de la revolución proletaria en Rusia para hacerla salir de su secular adormecimiento. El anuncio del comunismo, del trabajo y la camaradería universales, de la igualdad de los sexos y la solidaridad general, ha penetrado como un irresistible llamamiento en el lejano Oriente, ha atraído a las masas a sus colores vivos y abigarrados. El Oriente se ha movido. Los pobres, con todo el odio acumulado en sus corazones contra los sátrapas y ricos, han comenzado su ascenso hacia la bandera roja, símbolo de libertad, igualdad y trabajo para todos. Por primera vez en la historia, la mujer de Oriente ha escuchado el llamamiento dirigido a ella, la más oprimida entre las oprimidas. Esa mujer, que no era casi más que una cosa, un accesorio del hogar, un instrumento humilde y sin voz, recibe el llamamiento de la bandera roja del comunismo que la llama a la igualdad y a la posesión de todas las conquistas de la revolución.
Por primera vez desde hace siglos, la mujer oriental ha rechazado el velo y se ha mezclado con la masa revolucionaria en marcha hacia el símbolo de la liberación, hacia la bandera roja del comunismo.
Cada mes de existencia de la república soviética, asentando más intensamente los fundamentos del comunismo, aumenta la fermentación entre las mujeres de Oriente. La mujer oriental aparece por primera vez en la historia en el Congreso de los Pueblos de Oriente celebrado en Bakú.
En todas las regiones de la Rusia soviética en las que domina la población musulmana, en las repúblicas orientales, se prosigue en las masas femeninas un profundo trabajo de ideas. La idea sovietista es como una batuta que guía a todos los desheredados, que rompe las barreras que separan a las razas orientales de las otras y une las fuerzas dispersas. Las mujeres reclaman su derecho a la educación. Alrededor de las secciones de educación pública se agrupan las mujeres orientales, desembarazadas del velo. Las tártaras, las persas, las sartas, luchan contra ese atributo antihigiénico. En Teherán, donde el capital ya ha preparado el terreno, para una siembra futura de comunistas, se ha celebrado una conferencia de mujeres bajo la consigna “¡Abajo el velo!”
Turquestán, con su pequeña industria doméstica, ve aumentar día a día el movimiento que arrastra a las mujeres de los artesanos. El número de casos de divorcio que llegan a los tribunales aumenta cada día; la mujer, segura con sus comienzos de emancipación económica, reclama cada vez más categóricamente su derecho a la existencia independiente.
En Azerbaiyán, las mujeres musulmanas guiadas por la sección comunista han organizado un club, un jardín de infancia, un taller de costura, un comedor y una escuela.
En Transcaspia se celebran reuniones regulares de mujeres iguales a las asambleas de delegados en Rusia. Existe un sindicato de cosedoras que agrupa a musulmanas y rusas.
En Samarcanda, la sección femenina del comité comunista tiene una agrupación de musulmanas. Existen secciones femeninas en Bujará. El Comité Ejecutivo del Turkestán cuenta con cuatro mujeres, pero no todas se han quitado el velo todavía.
En Baskiria, entre las mujeres kalmukas y kirguizas, en la República Tártara e incluso en los lejanos rincones del norte, en Tiumen, el movimiento se extiende entre las musulmanas y las secciones femeninas de nuestro partido echan profundas raíces.
La mujer oriental, sobre todo la fracción que vive en el territorio de la federación soviética, se ha despertado y lanzado hacia su completa liberación. Basta con saber ayudarle para ganar nuevas defensoras de la gran idea comunista.
La Tercera Conferencia Panrusa de las Secciones Femeninas contó con una sección especial de las mujeres orientales. Decidió no solamente intensificar esta parte de nuestro trabajo, sino, además, convocar para el 1 de febrero, fecha retrasada después al 1 de abril, un primer congreso panruso de las mujeres de Oriente. Se crearán comisiones de organización en todas las provincias para preparar el congreso. Esas comisiones estarán compuestas por representantes de las oficinas musulmanas, las secciones obreras y los comités de la juventud comunista. En los distritos se llevará a cabo la misma acción. Se preparan panfletos, carteles, proclamas, se echa mano de los maestros, de los médicos, de las agrupaciones comunistas, de todas las asociaciones educativas musulmanas.
En las repúblicas autónomas, la preparación del congreso también les incumbe a las secciones femeninas. Se han convocado conferencias previas en las provincias y distritos. Se ha llevado a cabo una amplia propaganda. El orden del día del congreso es el siguiente: 1º cuestiones actuales; 2º el poder de los sóviets y las mujeres de Oriente; 3º la situación jurídica de la mujer oriental anteriormente y ahora; 4º pequeña industria y mujer en Oriente; 5º protección de la maternidad y de la infancia; 6º educación pública y mujer oriental. Este congreso será general, sin consideraciones de partido: su objetivo es poner en movimiento a una masa todavía virgen, interesar en la acción de los sóviets a las poblaciones femeninas, educar a las mujeres orientales en el espíritu comunista, y afirmarlas mediante la lucha contra los enemigos de los trabajadores. Pero como es preciso contar con todas las particularidades económicas y tradicionales de Oriente, se ha decidido reunir después del congreso una conferencia de mujeres comunistas musulmanas para examinar diversas cuestiones de organización y programa concernientes a la liberación de la mujer oriental.
Tendremos que concentrar nuestros esfuerzos en dos puntos principales: agrupar y reunir a las fuerzas dispersas de las mujeres artesanas en las localidades donde el capital industrial ya ha dejado caer sus pesadas manos sobre la proletaria oriental, agrupar a los elementos agrícolas, seminómadas o nómadas alrededor de cooperativas agrícolas, y, por otra parte, arrastrar a las masas femeninas a la acción educativa, y después política, de nuestras secciones de instrucción pública. La educación y la ciencia serán en Oriente, más que en ninguna otra parte, el instrumento de liberación más seguro. La vida misma dicta la necesidad de una estrecha relación entre las mujeres y los órganos educadores.
Cuanto más se extienda entre las mujeres orientales la acción de nuestras secciones femeninas, más rápidamente se establecerá el comunismo en Oriente y más decisivo será el golpe descargado sobre el imperialismo occidental por las fuerzas reunidas del proletariado oriental despertado de su secular sueño.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario